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La crisis de los próximos 50 años

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Imágenes Nicholas Roerich

El espacio en el planeta Tierra es cada vez más reducido.

El aumento de las tasas de natalidad en los países que aún necesitan un desarrollo significativo, combinado con un bajo nivel de educación, está agravando las dificultades. Al mismo tiempo, es precisamente allí y en todo el planeta donde se está saqueando la naturaleza y, por tanto, se están destruyendo los fundamentos de la vida. Esto va de la mano de una disolución general de las estructuras democráticas. Es reconocible el peligro de que el otrora baluarte democrático de los EE.UU. sea destruido emocional y mentalmente como democracia por las mentiras y falsificaciones.

Un cambio en los llamados países en vías de desarrollo habría sido posible en los años 70. Sin embargo, prevaleció el saqueo depredador de estos países por parte de las naciones industrializadas. Hoy en día, en muchos de estos países, la vida está dominada emocional y mentalmente por el dogma religioso radical, lo que hace que las estrategias de cambio basadas en la razón sean casi inútiles. Como reacción, existe una tendencia al aislamiento en los llamados países desarrollados.

La crisis está ahí, tiene muchos nombres (egoísmo, clima, hambre, pandemia, corrupción, lujo), y es también el resultado de tender a ideologías retrógradas en contra de nuestro mejor juicio. A esto se añade una variante religiosa decadente que ve la gran riqueza material como una recompensa divina, como se puede ver particularmente en los Estados Unidos, y cuyo efecto en la población es fatal.

¿Qué referencia se puede hacer en la crisis global al contenido teosófico presentado aquí?

En este contexto, se me ocurren dos preguntas:

  • ¿Iniciará la «Vida Mayor» un nuevo ciclo para todo el planeta Tierra, abandonando las formas actuales, y con qué consecuencias?
  • ¿La hermandad blanca de almas espirituales evolucionadas ya lo ha dado por hecho?

 

El gran impulso hacia la paz y el progreso de los años 60 y 70 del siglo pasado debía ser el punto de inflexión previsto para el bien. Es aconsejable mirar atrás y estudiar los grandes esfuerzos (por ejemplo, la política de paz, los acuerdos de desarme). Se lograron efectos. Pero el exceso de egoísmo y la tendencia al lujo seguían siendo dominantes en los Estados occidentales. También vale la pena estudiar las resoluciones de la ONU de la época sobre el conflicto de Oriente Medio y luego ver la evolución real hasta el día de hoy. Aquí radica un problema central.

La respuesta teosófica a la situación global está abierta, pero la tendencia es a mostrar signos crecientes de disolución de la civilización general. Para el teósofo consciente, la condición global no implica ningún miedo, ya que existe en otra vida real en la 2ª dimensión como se describe en el texto básico. Sin embargo, esto no le impedirá luchar por la continuación y la mejora de la civilización terrestre exterior y promover un aumento de la conciencia para los mundos interiores.